Hace unos días tuve una de esas sorpresas de la vida que te hacen perder el ritmo diario, la planeacion y organización que te iba a permitir borrar algunos puntos de la lista de cosas por hacer. Pero asi llegan las cosas, cuando no estas preparado y de igual manera tienes que responder y resolver la situación para seguir dando los pasos que tu rutina te pide.
Al final del día, cuando pude reflexionar los sentimientos que se generaron con ese momento sorpresivo, mi mente solo pensó en una frase: «es la historia que nunca termina», y me refería a la constante necesidad de tener que resolver situaciones inesperadas de la vida diaria que me van consumiendo. La boragine de la rutina que no me permite ser porque estoy ocupada en hacer.
Pero con el paso de los días, este momento reflexivo se volvió un chispazo al recordar una de mis peliculas favoritas de nombre «La historia sin Fin» o «Never ending story». Esta pelicula de los 80s, basada en el libro de Michael Ende, siempre me ha causado fascinación, pero ahora le encuentro nuevas ideas que aportan mucho a mi vida adulta. Encuentro muchas similitudes entre esta historia y entre una vida rutinaria que nos puede llegar a consumir sin darnos cuenta.
A esa rutina implacable la asemejo con la NADA. Esa fuerza destructiva que acaba con un mundo entero y que nadie puede ver ni detener, pero todos sufren el poder de su destruccion . Y es que nunca se llega a conocer a la NADA en la película, se conoce a un representante pero la NADA no llegó a ser caraterizada por lo que la historia te permite crear tu Propia NADA
Mi NADA llega a ser mi todo, no es tan rápida como en la película pero es igual de efectiva destruyendo sueños. Y es que la rutina puede ser peligrosa cuando llena cada espacio y cada momento sin dar lugar a aquella semilla interna que nos permite crear.
Pero la historia nos da elementos y la respuesta para combatir a la NADA.
Nos cuenta que la tristeza, la desesperanza pueden acabar con la vida, como cuando el caballo de Atreyu, Artax, muere en el valle de la desolación. Los esfuerzos de Atreyu fueron en vano, porque solo quien sufre la tristeza puede hacer algo.
Nos cuenta como se puede tener suerte si se cree que las cosas pueden pasar. El dragon Falkor, no es en sí un dragón de la suerte, es un personaje que cree en las cosas y eso las hace posibles.
Bastian, que es el niño protagonista es mi espejo. Y es que en ocasiones podemos ver nuestra vida sin reconocerla, sin reconocernos protagonistas de la misma.
Al final la solución se vuelve sencilla, no obvia pero si sencilla. Cuando parecía que el mundo de Fantasía ya no existía, Bastian solo tuvo que volver a soñar, a imaginar y el mundo floreció nuevamente.
Con esta historia que me ha acompañado desde hace mucho, intento identificar esos sueños consumidos para volver a crearlos o crear nuevos. Y es que la NADA no puede ser todo………